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A MERCED DE LA TEMPESTAD
Fruto de su larga experiencia teatral, la primera novela que escribió Robertson Davies es un divertido homenaje a las grandezas y miserias de los escenarios y a la vida que revolotea en torno a ellos.
El Teatro Joven de Salterton, una compañía amateur, va a poner en marcha una representación de La tempestad de Shakespeare en los bellos jardines de St. Agnes, la vetusta y extravagante residencia de George Alexander Webster y sus hijas, Griselda y Freddy. Los preparativos de la obra revolucionan St. Agnes, para desesperación del abnegado jardinero Tom, pero también la vida de cuantos participan en ella. En especial la del taciturno profesor de matemáticas y tesorero de la compañía Hector Mackilwraith, que se propone variar su anodina vida presentándose al casting y que asombrosamente consigue hacerse con uno de los papeles. De ahí a sumarse a la larga lista de pretendientes de la joven Griselda y perder la cabeza, sólo hay un paso.
A merced de la tempestad, publicada por primera vez en 1951, está ambientada en la ciudad imaginaria de Salterton, donde Davies situaría las otras dos novelas que junto a ésta forman la Trilogía de Salterton.
«Divertida, elegante y eficaz. (…) En el tercio final nuestras posaderas rebotan, felizmente sonrojadas a lomos de esta novela que ya vuela al galope.» Nadal Suau (El Cultural - El Mundo)
«A merced de la tempestad funciona también- sin esfuerzo exhibicionista ni soberbio engolamiento- como un artefacto sutilmente metaficcional y muy juguetón donde los ecos de un texto inmortal abducen, más allá del tiempo y del espacio, a una troupe de ilusos enseguida enaltecidos por la ilusión de mirarse y reflejarse en los rostros de Ariel, Miranda, Calibán y compañía.» Rodrigo Fresán (ABC Cultural)