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A VECES LAS COSAS SALEN ASI
Sin quererlo ni desearlo nos vemos envueltos en una quimera. Somos peones del juego más antiguo del mundo: el amor. En términos científicos es considerado una enfermedad; en términos humanísticos una bendición. A través de estas letras, el amor no sólo mueve el mundo, sino que también lo destruye. Algo tan enfermizo como beneficioso no puede significar nada bueno, o quizá, lo significa absolutamente todo. Porque lo mismo mueres por amor, que también vives por él. Desde desear arrancarte la piel cacho a cacho por su culpa, hasta permitir que te redirija por cualquier historia que él elija. Lo grandioso de eso que nosotros definimos como amor, es que es un sentimiento tan variable que lo mismo lo encuentras en todos lados que no lo encuentras en ningún sitio. Porque si lo que denominamos amor, nos ofrece un mínimo atisbo de salvación, lo recogeremos siempre, a modo de supervivencia.