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AGUACEROS
Aguaceros representa la fugacidad efímera de emociones y contratiempos que trastorna nuestro ser. Un gigantesco torrente de agua, helada o hirviendo, que no dura más de 10 segundos; similar a cuanto experimento a diario: en ocasiones rienda suelta al sentimiento, en otras, esporádicas travesías de despersonalización. Es una guerra intrínseca que busca resquebrajar las entrañas de uno mismo hasta encontrar su verdad. Incomprensión y extrañeza frente al espejo. Incapacidad de amar(se) y errar siempre en el intento. Es una reflexión enajenada sobre los edificios que perforan el cielo. La eterna batalla de la autoestima contra el ego. Es, en definitiva, perderse, galopar bajo tres arcos de mármol, perseguido por cientos de preguntas sin interrogante final. Encantado, me llamo Alejandro, o Fábulo, como mejor se me conoce en el mundo del espectáculo. ¿Por qué Fábulo? Simple: Por el arte de fabular y construir historias poéticas sobre el escenario. Porque fabula significa obra teatral en latín y, como tal, Fábulo es un neologismo de fabuloso. Y bien, ¿qué decir de la fábula? De una lengua muerta, lengua que se traba, nace tu nombre, querido autor. Tú, que en estas páginas fabulas, medio escondido tras un impulso de invisibilidad. Un "trencadís" de palabras, de inspiraciones entrecortadas, de silencios embarazosos, de rugidos. Arte; del que enciende a los sabios, del que sacude la historia y maquilla la literatura de movimiento. J. Escriu