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ALFONSO VII DE LEÓN Y CASTILLA (1126-1157)
Este no es un estudio de la persona Alfonso VII como mera figura histórica, tampoco una descripción de acontecimientos políticos y militares. Este libro desvela, mediante el exhaustivo análisis de la muy abundante y dispersa documentación existente, las relevantes aportaciones de este rey-emperador a la historia de León, y de la Península ibérica, poniendo sobre la mesa la trascendencia de su decidida actuación política, administrativa y militar, así como los contextos y repercusiones sociales de esa actuación. Aspectos que se miden desde el significativo peso que en el siglo XII tienen las relaciones de poder. Se profundiza en sus complejas relaciones con una aristocracia engrandecida bajo el reinado de su madre, Urraca, a la que el rey busca atraer e integrar a su círculo, siempre recurriendo a una muy perfilada intervención diplomática, primero, y militar, después, cuando es necesario. También en sus innovaciones político-administrativas para mantener el control regio sobre una sociedad en la que las formas de organización feudal vienen constituyendo una permanente amenaza para su autoridad. A tal fin, hábilmente y con enorme inteligencia, Alfonso VII utiliza las propias estructuras feudales y logra un mayor control de la aristocracia que es posible valorar a partir de los cargos administrativos que esta ostenta, pero, fundamentalmente, del gobierno, temporal y revocable, de las demarcaciones político-administrativas –tenencias y merinatos–. El fortalecimiento de su autoridad se constata igualmente en la reactivación de la expansión exterior –frenada durante el reinado de su madre– por tierras castellanas hacia el corredor del Ebro y al Mediterráneo y hacia al-Ándalus siguiendo la tendencia abierta por su abuelo con la conquista de Toledo. Desde la amplitud de las relaciones de poder del Imperator Hispaniae se analizan además otros aspectos: su significativa coronación imperial en León en 1135, la segregación de Portugal y la división del imperio a su muerte entre sus herederos, Sancho III de Castilla y Fernando II de León.