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ANOMIA Y DELITO EN LA POSMODERNIDAD
La obra que el(la) lector(a) tiene en sus manos es producto de un esfuerzo reflexivo volcado a pensar el crimen en su interconexión con la exclusión social. Siendo así, los análisis del crimen presentes en esta obra rehúyen a tratarlo como un objeto de estudio en sí mismo, con vistas a cosificarlo y arreglarlo. Todo lo contrario: lo toman y lo examinan como un espacio de lucha, de disputa de intereses (control social, por un lado, y medio de oposición hacia la opresión, por el otro), de gobierno de las conductas, un espacio donde toda suerte de exclusiones sociales explota y se desvela. Se trata, pues, de un estudio teórico empírico, que compara sujetos presos con personas en situación de riesgo social y demás individuos no incluidos en ninguna de las dos categorías. Se concentra en el examen de una dimensión política del crimen, en tanto que contraestrategia de enfrentamiento hacia la superación de un sufrimiento ético político y pérdida de potencia de acción, generados por la estructura social y cultural en el marco de una posmodernidad capitalista, considerada como potencialmente productora de anomia y fatalismo a la vez que paradójica y estratégicamente reduce bienestar social, satisfacción vital, sentido de comunidad, participación social, empoderamiento y autoeficacia y amplifica eventos vitales estresantes, dentro de un esquema inédito de servidumbres autoimpuestas y proliferación acelerada de expulsiones.