Aquello había sucedido unos dos años antes de que yo mismo ingresase en prisión con una condena por complicidad en homicidio y conspiración para delinquir. Solo cumplí media década. Y pude rehacer mi vida después. Jack estuvo dentro dieciséis años y al salir fue directo a morder la única mano que le habría dado de comer. La cuestión era por qué.
Cuando Curt recibe la orden de localizar a Jack Aldrich, el exconvicto que acaba de atracar el Brewer?s llevándose 100.000 dólares de su antiguo jefe, confía en no tener que ir más allá de sus funciones habituales. En principio, el encargo no incluye liquidar al viejo matón. Pete Damiani ha decidido ser clemente, siempre que Jack se atenga a razones y acepte largarse para no volver a pisar Los Ángeles en lo que le quede de vida. Sin embargo, las cosas raras veces son tan sencillas, y tanto la imprevisibilidad de la presa como los errores de cálculo harán que Curt vea tambalearse su propia existencia como sabueso al servicio de la mafia.