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BAJO EL SIGNO DEL CAZADOR
Con el cuerpo sobre la tierra el desierto nos abraza. Allí, el beso piadoso de la arena, la secreta lengua de los insectos y las aves, las voces perdidas de los muertos. Allí, acaso, la oportunidad de comprender, de desvelar nuestro ser en cada herida, cuando el sol la baña de su gloria. Y es la verdad el tosco tacto del camino, la borrosa senda que hace tiempo que dejó a las lindes las certezas. Hemos de seguir caminando. Uno halla ante esta tácita sinfonía de auroras y de noches un reflejo que nos recuerda quiénes somos, quiénes podemos ser en el desierto de la vida, en una estepa en la que, pese a lo angosto de nuestras manos, cabe siempre el florecimiento prístino y victorioso de la belleza. Javier Gilabert y Fernando Jaén ponen sus manos sobre las nuestras y nos dirigen a parajes ocultos donde se produce el reencuentro; nos señalan el discreto mecanismo de fragilidades que cimientan nuestra vida. Este libro es un viaje que no obvia que el agua necesita la sed, como tampoco lo contrario. Nada como caminar sobre la música de estos versos, entretejidos a la voz de cuatro manos, para redescubrir lo que nunca debimos olvidar, para recordar, después de tanto, lo que siempre fuimos. Sinopsis del poeta Jorge Pérez Cebrián.