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CALLE ESTE-OESTE
En las páginas de este libro excepcional se entretejen dos hilos: por un lado, el rescate de la historia del abuelo materno del autor a partir de un viaje de este para dar una conferencia en la ciudad de Lviv, que fue polaca y actualmente forma parte de Ucrania. Por el otro, la peripecia de dos abogados judíos y un acusado alemán en el juicio de Núremberg, cuyas vidas también confluyen en esa ciudad invadida por los nazis. Los dos judíos estudiaron allí y salvaron sus vidas porque emigraron a tiempo –uno a Inglaterra, el otro a Estados Unidos–, y el acusado –también brillante abogado y asesor jurídico de Hitler– fue gobernador durante la ocupación. Y así, a partir de las sutiles conexiones entre estos cuatro personajes –el abuelo, los dos abogados judíos que participan en Núremberg, uno con el equipo de juristas británico y el otro con el americano, y el nazi, un hombre culto que acabó abrazando la barbarie–, emerge el pasado, la Shoá, la Historia con mayúsculas y las pequeñas historias íntimas. Y frente al horror surge la sed de justicia –la lucha de los dos abogados por introducir en el juicio el concepto de «crímenes contra la humanidad»– y la voluntad de entender lo sucedido, que lleva al autor a entrevistarse con el hijo del criminal nazi. El resultado: un libro que demuestra que no todo estaba dicho sobre la Segunda Guerra Mundial y el genocidio; un libro que es al mismo tiempo un bellísimo texto literario con tintes detectivescos y de thriller judicial, un relato histórico sobresaliente sobre el Holocausto y los ideales de unos hombres que luchan por un mundo mejor y una meditación sobre la barbarie, la culpa y el deseo de justicia. Pocas veces está tan justificado aplicar a una obra el calificativo de imprescindible.