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CHANGO
Lucas vive con su madre en un rancho agrícola en el paradisíaco pueblo de Bella Vista. Por motivos que el niño no termina de entender, los dos se mudan a vivir a una de las barriadas más pobres de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Meses más tarde su madre desaparece de la noche a la mañana, sin previo aviso. Lucas empieza a vagabundear solo, a dormir en las calles y a comer basura. Durante las primeras semanas de su abandono, la vida se empeña en no abandonarlo. Lucha con todas las fuerzas de su ser. Pero el premio a tanta osadía es solamente vivir en esa muerte, en esa jungla de marginación. Meses más tarde aprende a robar. Hasta el día en el que la mitad de la policía de Santa Cruz le persiguen para darle caza. Gracias a sus protectores, Lucas consigue pasar desapercibido y cambiar de identidad, convertido en correo de unos traficantes de cocaína. El trabajo termina por no tener ningún secreto para él y aprende a ejecutarlo con la misma precisión de un autómata. En sus correrías diarias conoce a Rosita. Rosita es una experta en robar de todo sin dejar ningún rastro. Entre los dos nace un amor sin fisuras, pues solo ellos conocen la tristeza de su abandono. Chango es un canto al afán de superación, a la alegría sencilla y a las ganas de vivir frente a viento y marea. Solo el pueblo del bosque puede revertir esa espiral de injusticia y marginación. Solo con la imaginación y, por supuesto, mediante la ensoñación.