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CIELOS DE PLOMO
La niebla ocupó las calles como si el vapor de las chimeneas que despuntaban como modernos campanarios por toda la ciudad hubiera descendido a los infiernos como una maldición en lugar de elevarse a las alturas como una plegaria. Barcelona era una urbe de cielos bajos en invierno, lo que aumentaba la sensación de apretura que uno sentía al desplazarse por sus calles, y el miedo a que llegara un día en el que aquella techumbre plomiza, ahíta al fin de emanaciones, se desplomara hacía que muchos deambularan encogidos.
Miquel Expósito es un ratero que se mueve como pez en el agua por las sucias y oscuras calles del viejo corazón de Barcelona. Abandonado al nacer en el torno de los huérfanos de la Misericordia, lo más parecido a su familia es La Tiña, una organización de ladrones de poca monta que se reparte los barrios de una ciudad sobrepoblada e insalubre en la que las fábricas son ya tan numerosas como los cuarteles y las iglesias y conventos.
Cuando Víctor, su mejor amigo, es asesinado en un callejón, Miquel sabe que es el único que tiene algún interés en esclarecer y vengar su muerte. Con la colaboración del joven periodista Andreu Vila y de los doctores Mata y Monlau, comienza la investigación de lo que ya no será una sola, sino toda una cadena de muertes que parecen deberse al mismo asesino y que guardan una peligrosa relación con alguno de los industriales más importantes del país.
Cielos de plomo es una novela de trama precisa e inquietante que nos arrastra por las calles de una urbe cada vez más asfixiada por sus murallas; por las frías losas del depósito de cadáveres del cementerio de los condenados, el anfiteatro anatómico del Colegio de Cirugía, salones burgueses, viviendas de mala muerte y los cafés de una ciudad sin alma que no hace otra cosa que devorar a sus propios hijos.