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CIEN DÍAS DE FELICIDAD
No tengo ningún mérito para que se me recuerde oficialmente. Para justificar una placa de mármol en un edificio.
Una placa por delante de la cual alguien pase y diga: «¡Déjame que mire en la Wikipedia quién era ese Battistini!».
Y, sin embargo, tengo una mujer y dos hijos a los que quiero, unos amigos maravillosos, un equipo de chicos que darían la vida por mí.
He cometido errores, y cometeré otros, pero yo también he participado en la fi esta. Yo también
estaba. Quizá en un rincón, no era el homenajeado, pero estaba. El único pesar es haber tenido que descubrir que voy a morir para empezar a vivir.