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CORDERO NEGRO Y HALCÓN GRIS
Rebecca West, una de las figuras más destacadas de las letras inglesas, narra su viaje por los Balcanes de entreguerras y analiza con gran profundidad y perspicacia las fuerzas en juego en esa zona desde tiempos inmemoriales.
En Cordero negro y halcón gris, Rebecca West viaja por los Balcanes de entreguerras junto con su marido, y analiza con gran profundidad y perspicacia las fuerzas en juego en esa zona desde tiempos inmemoriales. La intensidad de los nacionalismos y los odios mantenidos con vida a lo largo de siglos, que se manifestarían de nuevo durante la Segunda Guerra Mundial, si bien subsumidos por el conflicto general, y que estallarían en toda su crudeza y violencia en la sangrienta Guerra de los Balcanes de 1991-2001. Pero describe también maravillosamente toda la belleza de los territorios recorridos, así como los muchos tipos de seres humanos y acontecimientos, llenos de grandeza o miseria, con los que se encuentra, en una cultura muy alejada de la de Europa Occidental, que en esos momentos empieza a vivir el auge del nazismo.
«He de confesar que no había leído Cordero negro y halcón gris, el libro cuya primera parte, en la que llegaremos a Serbia, es esta. Lo he leído finalmente y se me ha quedado cara de lelo: llevo más de veinte años predicando de literatura de viajes y no era consciente de la carencia que significaba no tener leído el libro de Rebecca West. La autora que nos lleva de viaje con ella a una Yugoslavia que iba a explosionar tan pronto en una tormenta de odios y sangre es, sobre todo, una intelectual sutil y perspicaz, y una persona firmemente comprometida con unas ideas progresistas muy claras de humanidad, democracia y moralidad, además de feminista. Al publicar el libro, tenía una intención no sólo literaria, sino activamente política: fomentar que los Aliados ayudaran a Yugoslavia a salir del imperio de las sombras en que los había precipitado la invasión nazi.
En el país convivían en frágil unidad, en sus diferentes provincias, gentes a las habían enemistado hábilmente entre sí el Imperio otomano y luego los austríacos, a fin de que no pudieran organizar una revuelta común, como apunta West, que reconoce que al principio, «la violencia era lo único que yo asociaba los Balcanes, lo único que yo sabía de los eslavos del sur» –[Yugoslavia significa «reino de los eslavos del sur»]–. Mi presencia en Yugoslavia se debía a que yo sabía que el pasado es lo que forja el presente y quería ver cómo funciona ese proceso». Un ominoso presagio. Pero arranquen su propio viaje con Rebecca West y no lo posterguen, como hice yo. Nos veremos próximamente en Macedonia. Zdravo!».
Jacinto Antón, del prólogo