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DISIMULAR LA TRISTEZA
Disimular la tristeza ocurre en el propio acto de escribir. Cada poema es un disimulo. No es solo un verso triste, es una catarsis. Es el acto de redimirse a través de una escritura honesta, de la manifestación sin artificios de la vivencia propia. Aquí la expresión se vuelve enemiga de la depresión y el lector acompaña a la escritora a atravesar el dolor volcado en cada palabra. Se transita la emoción escribiéndola, haciéndola verso, convirtiéndola en poema. Este poemario recorre las diferentes fases de un duelo: pasa de la desesperanza a la ira y de ahí a la libertad de volver a encontrarse con uno mismo y con la alegría que nos crece dentro. Para al final alcanzar la esperanza de volver a arder con la vida que habíamos olvidado nos latía dentro.