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ECHAR UN PULSO A DIOS
El mayor ofreció a Dios dones de los frutos del campo, eligió las frutas y hortalizas más grandes, hermosas y buenas cultivadas por él mismo; el pequeño ofreció las primicias y la grasa de las ovejas. Ya en aquellos principios, Dios estaba inclinado a las ofrendas y, por lo que veremos a continuación, a las ofrendas de animales perfectos. Dios decidió recompensar a Abel por su ofrenda, haciendo que sus ovejas crecieran fuertes y sanas, mientras que rechazó los tributos de Caín, quien vio cómo sus cosechas se morían. Se dice que Caín se percató de tal jugada por parte de Dios y la envidia nació en él y, puedo indicar desde aquí, aunque reconozca que no debe nunca aparecer la envidia, que es muy posible que cualquier “Caín” hubiese actuado de similar forma, al menos, y solo me refiero al enfado. De tal manera se presentaron los hechos que Caín, enervado por el comportamiento de Dios, llegó a quitar la vida a su hermano.