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ECOS DE DIOS
Estas reflexiones se presentan como ráfagas, destellos, resonancias provocadas por esa palabra/realidad luminosa y misteriosa que es «Dios». En este libro hablo de ecos de Dios. Escuchar esos ecos, percibir esas resonancias, contemplar esos destellos puede alejarnos de la percepción rutinaria y monótona de Alguien que hace nuevas todas las cosas (Ap 25,8), que cambia la tiniebla en luz y lo escabroso en llano (Is 42,6), la tristeza en gozo (Jn 16,20), el agua en vino (Jn 2,9), el corazón de piedra en un corazón de carne (Ez 11,19), el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre (Mc 14,22-24). Alguien que tiene la capacidad de «cambiarnos» si escuchamos su voz y no endurecemos nuestro corazón (Sal 95,7-11; Heb 37ss).