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EL AQUELARRE DE CELIA
Mi vecino me observa. El Vecino que Sonríe de Más, lo llamo. Sin familia o amigos, con aspecto de meterte una puñalada a la que te descuides. Siempre pensé que cualquiera que viva solo y en un lugar aislado guarda un secreto, pero ahora que me doy cuenta, esa regla me incluye a mí también, la marginada número uno. Pero ¿qué es lo que escondo? Pagaría por saberlo. La policía parece creer que, a quien escondo, es a Jaime. Todo se ha puesto patas arriba desde que el chaval desapareció hace un par de noches. Ulloa me investiga, eso lo sé, y los franceses de la casa de en frente, aunque me tratan con cordialidad, también recelan de mí. Normal, con las ojeras que arrastro últimamente, el próximo Halloween me lo hago gratis. Y, pese a la desaparición, debo ensayar. Sigo siendo actriz y se lo debo a mi personaje. Aunque haya caído en desgracia. Aunque la gente me odie. Aunque mis redes sociales echen humo. Celia tiene que desaparecer para que ella pueda nacer. Abro el guion por la primera página: «La bruja Morgana carece de pesadillas».