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EL CAPITALISMO NO EXISTE
El libre mercado nunca ha existido ni existirá. La competencia —piensan los neoliberales— es para los perdedores. Lo que buena parte de los empresarios privados desean es que el Estado les garantice privilegios, prebendas y monopolios: están a favor de la concurrencia competitiva siempre y cuando se les asegure que parten de una situación ventajosa («No me importaría perder todos los partidos, siempre y cuando ganemos la liga», decía el futbolista Mark Viduka). El problema, para ellos, no es que el Estado intervenga, sino que lo haga contra sus intereses. Quieren un Estado fuerte con los débiles y débil con los fuertes. Y planifican, vaya si planifican. La pretensión de este libro es deshacer algunos de los más consolidados lugares comunes sobre el capitalismo, a partir de una lectura atenta de la obra de autores como Mises, Hayek, Rothbard o incluso el Javier Milei ensayista, poco habitual en una izquierda en la que se acostumbra a citar de oídas a los pensadores del enemigo. El capitalismo no existe, concluye provocadoramente Juan Ponte en un ensayo que también hace reconvenciones a la izquierda desde cuyas posiciones se escribe, y sobre todo una: huyamos de concebir —es habitual que lo hagamos— el cuerpo social de la edad contemporánea como una comunidad orgánica disgregada; como una hostia consagrada rota en mil pedazos por el individualismo capitalista. Este tampoco existe: el capitalismo no nos individualiza, sino que nos dividualiza. Ponte adopta el consejo de Manuel Sacristán: «La revolución la hacen los seres humanos que hay, como son. El que quiera armonía celestial, que se vaya al cielo».