Haz clic en la imagen para ampliarla
EL CONDESTABLE DON ÁLVARO DE LUNA
Publicada entre 1851 y 1852, y reeditada otras tres veces en ese siglo, la exitosa novela El condestable don Álvaro de Luna permitió al sevillano Manuel Fernández y González ser conocido y leído en toda España. La obra desarrolla un asunto de trasfondo histórico, aunque sin excluir elementos fantásticos, en una trama en la que Dios y Satanás intervienen para decidir sobre el destino de la familia protagonista: los Villafranca, un linaje maldito por haber cometido toda clase de pecados y fechorías, que se extienden desde la enigmática muerte de Fernando IV hasta el siglo XV, en la época del poderoso Álvaro de Luna, que da título a la novela. Lo misterioso y lo truculento hicieron que esta obra fuera leída con entusiasmo por el público decimonónico, e incluso llegó a tener, aparte de las reediciones, una adaptación al francés, aunque no quedó exenta de polémicas debido a la conducta transgresora de sus protagonistas. Por otro lado, su peculiar visión del pasado de España condicionaría el imaginario colectivo del público en lo relativo a la historia nacional. Este libro, a su vez, supone la primera edición crítica de una novela de Fernández y González. Manuel Fernández y González nació en 1821, y su niñez quedó marcada por el encarcelamiento de su padre, un revolucionario al servicio de Riego. Esto lo llevaría a adoptar una ideología basada en el respeto a la monarquía. Con todo, se dejó influir por la literatura de los más liberales, y en especial por Larra; no menor fue el peso que sobre él tuvo la narrativa por entregas, de la mano del francés Sue. A partir de ahí, desarrolló una prolífica producción novelesca en la que transgresión característica de los héroes del Romanticismo más heterodoxo se integra en un discurso conservador y católico, mientras que la complejidad argumental de la novela histórica queda extremada con el paso al folletín. Llegó a publicar en torno a unos doscientos títulos que colmaron de ganancias a numerosos editores, pero que compuso a toda prisa, apremiado por las necesidades económicas a las que lo arrastraba su vida bohemia. En consecuencia, la calidad de sus textos fue siempre muy variable, lo que le supuso el exilio total del llamado «canon literario». Finalmente moriría en 1888, ciego, alcoholizado y arruinado. Pese a todo, fue admirado y reconocido por escritores de la talla de Blasco Ibáñez, Galdós o Baroja. Javier Muñoz de Morales Galiana nació en Daimiel (Ciudad Real), en 1994. Es graduado en filología hispánica por la Universidad de Castilla la Mancha, con máster en investigación humanística. Ha publicado diversos artículos académicos sobre literatura española en revistas como Bulletin of Spanish Studies o Cuadernos dieciochistas. Sus obras profundizan, sobre todo, en algunos novelistas de entre los siglos XVIII y XIX, como Vicente Martínez Colomer o Pablo de Olavide. Forma parte del Grupo de Estudios del Siglo XVIII, de la Universidad de Cádiz, en la que también imparte clases como colaborador docente. Actualmente está realizando una tesis doctoral enmarcada en el proyecto de investigación «Leer y escribir la nación: mitos e imaginarios literarios de España (1831-1879)» (Ref: FFI2017-82177-P), sobre las novelas de Manuel Fernández y González y su influencia en el imaginario nacional de la España decimonónica.