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EL NIÑO QUE SOÑABA CON PISAR LA ROSALEDA
La generación del fútbol en blanco y negro, el Real Madrid de los yeyés, el Mundial de México, el marcador simultáneo, las quinielas... De esa generación soy yo. Esos fueron mis comienzos en esto del fútbol. En mi casa convivíamos con los auténticos héroes del fútbol malagueño gracias a que mi padre era practicante del Málaga. Por aquella morada humilde cerca de las playas de Pedregalejo pasaron verdaderas glorias a las que yo veía tan naturales como niño que era. Allí venían a merendar Chuzo, Pepe Arias, Otiñano o el gran Manolo Velázquez. Yo veía todo aquello natural porque en aquella época el fútbol era otra cosa. Nunca olvidaré la noche en la que el Málaga goleó al Atlético de Madrid. Aquel día fui después de muchos años a ver un partido a La Rosaleda. Llovía con intensidad y me crucé con mi padre en las escaleras de Tribuna cuando iba a empezar la segunda parte. Él venía del vestuario y los dos nos miramos. Sonreímos de alegría por el resultado y no podía imaginar que en aquella mirada él me estaba dando el relevo. Poco tiempo después, en esa misma temporada, mi padre murió y el club me ofreció entrar en su puesto de trabajo. Sé que él, de alguna manera, se sentiría orgulloso de que se siguiera hablando de ‘su’ Málaga en mi casa.