Haz clic en la imagen para ampliarla
EL PROCESO ESPAÑOL
El nacionalismo catalán llevaba décadas trabajando sin descanso para separar Cataluña del resto de España. Pero ese proceso se aceleró entre 2012 y 2017, los años del procés. Sin una mayoría social, sin ningún apoyo internacional y sin el amparo de la legalidad, era evidente que el proyecto estaba condenado al fracaso. Aun así, los líderes independentistas arrastraron a la población hacia la inestabilidad, destruyendo sectores clave de la economía y paralizando la actividad política real.
Años más tarde, nos encontramos con que el resto de España ha importado muchos de los rasgos del procés: la omnipresencia de intelectuales y tertulianos que solo pretenden polarizar, un Gobierno incapaz de gestionar que oculta su ineptitud acusando a los rivales de conductas imaginarias o el desprecio por la gestión económica y las políticas de prosperidad.
Una buena parte de las élites parece haber asumido esta estrategia, a pesar del daño evidente que causó en Cataluña. Y parece haberlo hecho sin pensar en el gravísimo, y quizá irreversible, perjuicio para las instituciones, la convivencia y la concordia.
El proceso español es una honda reflexión sobre el populismo, la crisis de la democracia liberal y el sanchismo en España, pero también un ensayo de combate que llama a la ciudadanía a movilizarse y defender los logros de los últimos cuarenta años de democracia exitosa.