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EL SILENCIO Y LAS EDADES
Esta colección de relatos fluye lentamente desde el niño desamparado que descubre la sexualidad como chasquido de látigo al anciano que se ampara en la suavidad de la rutina como bálsamo de una vida deshecha. ¿Qué se puede decir de ellos? Son un abrazo que se nota demasiado frío cuando se buscaba calor. Son una sonrisa inconclusa que no brilla como debiera. Un llamear que pregunta a la vida si es eso todo lo que se nos podía dar. Son relatos del dolor que se conoce con el otro, o con su carencia. Pero, también, y precisamente por ello, son relatos de alivio y de superación para su autor y, espero, para el lector. El dolor que se comparte transformado en literatura duele menos y queda, como mínimo, reemplazado por una suave y bella sensación de nostalgia.