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EN EL MIRADOR ARTICULOS RELATOS Y RESEÑAS
Las palabras que pueblan este libro nacieron en el Mirador de Churriana. Y lo hacen en un doble sentido. Sus autores viven en el distrito ocho de la ciudad de Málaga y es probable que sus elucubraciones hayan nacido cerca de este lugar emblemático y luminoso que se asoma al Valle del Guadalhorce con vocación viajera, por su proximidad al aeropuerto, y que se hayan contagiado de la explosión de color azul violáceo de las flores de las jacarandas, hacia el quince de mayo, festividad del patrón del campo, San Isidro Labrador. Pero también es cierto que son hijas, en su mayor parte, del periódico «El Mirador de Churriana». Los artículos, reseñas y relatos que aquí se reúnen no obedecen a un romo arrebato casticista, sino que tienen una vocación socrática y hasta hegeliana, aunque sus autores no hayan sido conscientes de ello hasta hace poco. Para evitar que el lector se tropiece en este bosque de letras, hemos ordenado los escritos en cuatro secciones. La primera contiene las luces y las sombras del templete que preside el mirador, ese calor tan cercano de sus artífices casi anónimos y las inevitables circunstancias e intereses que perfilan los confines del entorno inmediato en que se habita. No obstante, no podemos olvidar que vivimos, como dice Calderón de la Barca, en «el gran teatro del mundo», en un escenario por el que planean las ideas, tiene lugar el aprendizaje social y desfilan los modos de pensar, sentir y actuar propios de la cultura humana. Y como los autores compartimos la pasión de leer y escribir, ofrecemos también un telón dedicado a libros y otro a los frutos de la creación literaria. Las anécdotas y sus protagonistas, tanto en la ficción como en la realidad, son particulares, concretos, sensibles, pero aspiran a extender sus dominios a lo universal y a dar testimonio de nuestro tiempo, desde los bancos del mirador de Churriana. Por otra parte, a fuerza de mirar hacia el horizonte, exploran con cariño los ingredientes que conforman la identidad de una colectividad. Finalmente, al abrigo abierto del templete, puede asistir el lector a una genuina experiencia estética. Una experiencia que, en el mejor de los casos y siguiendo a Kant, puede proporcionar placer –esperemos que sea intenso, inmediato y desinteresado–, aumentar el conocimiento de lo real y suscitar un juicio, una valoración, que aspira a ser universal.