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EN LOS MARGENES DEL FRIO
La poesía no se define, pues lo es todo. Es la palabra justa, la única, la que ayuda a comprender los temas universales que nos hacen ser humanos, la que permite dar nombre a los sentimientos que reclaman ser nombrados; ese código que revela, a veces, lo absoluto desde la razón de un tú y un yo (re)creadores. En los márgenes del frío trata de buscar ese nosotros a través de una desnudez reflexiva, intimista, emotiva y sobria, donde los versos contemplan la luz de las ausencias, el vacío, la luna cautiva y siempre diferente. Por sus páginas se escucha el silencio, ya que late solo la palabra, el verbum. Ella es la llama del dolor y del desahogo, la artesana de ventanas siempre abiertas hacia un mundo pausado en el que se descubre la naturaleza y su paisaje como refugio alegórico, donde el tiempo pasa inexorable a nuestro lado, donde los recuerdos se abrazan a sí mismos, donde la sombra amiga está presente en los márgenes de cualquier río o en los márgenes de una página el blanco, ya que cada línea, cada paso, como dijo Jorge Manrique, nos acercan hacia el mar y su destino.