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ENTERRADME DE PIE
Entre las minorías demográficas que señalan la contradicción inherente a las sociedades de ideología etnocéntrica, la de los gitanos es la más conocida, a través de los clichés literarios pero también por los prejuicios que se han utilizado para caracterizar a un colectivo que ha sido nómada forzoso y chivo expiatorio de carestías. Isabel Fonseca se dedicó a recorrer entre 1991 y 1995 los países ex comunistas para vivir en diversas comunidades gitanas, conocer sus problemas, su poesía tradicional, su concepción de las cosas, teniendo siempre como referencia las grandes catástrofes, primero el nazismo, luego la dictadura comunista y, en el caso de la ex Yugoslavia, las guerras civiles. Los problemas se repiten en casi todas partes, porque el drama no es la integración forzosa del marginado, sino la zona social en que se quiere que se integre. Como dijo la misma Fonseca en una entrevista: «Los gitanos son los negros de Europa.» «Un mundo oculto, a la vez desdeñado y secreto, perseguido y desconocido» (Salman Rushdie); «En cierto modo habla en nombre de todos los que no se doblegan a los reveses de la fortuna y buscan su propio lugar en la tierra» (Ryszard Kapuscinski).