«Dentro de ti y de mí hay un ruiseñor que canta. Siento que, de alguna manera, lo hemos enjaulado con jaulas de todo tipo, todas con firmes barrotes. Cuando escribo, lo que realmente quiero es romper los barrotes con que cada hombre ha enjaulado su alma y dejarla volar». En este poemario, escrito en su mayor parte durante el confinamiento, la autora pretende hacer un trabajo de introspección aprovechando el «extraño» escenario de la pandemia. Acompañada del mar y la naturaleza, invita al lector a hacer un viaje metafórico que parte de una llamada, de un anhelo de conocimiento y libertad grabado en el interior de todo ser humano. Comienza en la noche oscura de la dualidad y la separación, con la injusticia, el miedo, la soledad, la apariencia, la incomprensión. En el camino va descubriendo «herramientas» que nos ayudan a enfrentar las tormentas de la vida como la gratitud, la sonrisa o la belleza. Durante el trascurso de este viaje, la persona va dejando poco a poco que la luz entre y lo toque todo, brindándole una nueva mirada. Una mirada sin ojo, sin oído, sin piel. Una mirada en carne viva. En definitiva, la mirada del Espíritu, una mirada enamorada que nos permite ver lo que realmente somos, trascender la apariencia y alcanzar la verdadera Libertad. Volar.