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HASTA EL DIA EN QUE ELLA MUERA
«Sin Maclaren-Ross, la década literaria de los años cuarenta habría sido mucho menos interesante».
The Guardian
Hasta el día en que ella muera fue en origen un serial radiofónico de gran éxito, representado en la BBC, con el propio Maclaren-Ross prestando su voz al asesino.
La joven Francis Wilder, hija de un prestigioso psicoanalista austríaco, regresa al Oxford de su infancia de vacaciones y, nada más llegar, recibe una llamada en su hotel avisándola de su inminente asesinato. La amenaza, que en un principio parece una broma, se confirma que no lo es cuando esa misma noche atentan contra su vida. Y quien lo hace parece ser un completo desconocido, sin aparente causa, sin provecho financiero...
Para cuando Julian Maclaren-Ross escribe Hasta el día en que ella muera ya se había producido una revolución en la novela negra de intriga y enigma, representada sobre todo por la gran Agatha Christie, género que había ido siendo progresivamente sustituido en el gusto del público por la novela negra social, iniciada por Dashiell Hammett y continuada por Raymond Chandler, en la que la resolución del crimen es tan importante como la descripción y muchas veces la denuncia de las condiciones sociales y económicas de la época.
Sin embargo, Maclaren-Ross no se adhiere a ninguna de estas corrientes, aunque toma elementos de ambas. En la novela hay sin duda un enigma que resolver, uno que nos intriga y nos mantiene en vilo hasta el final. Pero al mismo tiempo que vamos conociendo a una serie de personajes oxonienses, que es como decir la quintaesencia de lo británico, que de una u otra manera tendrán un papel en el desenlace, nos vamos asomando también a otros mundos, como el de los actores de reparto, tan organizados y con mucho peso en Gran Bretaña, el de la edición o el del mercado de las casas y pisos de alquiler en un sitio con tanta demanda como es siempre una ciudad universitaria.
Y tampoco falta el humor, basado en las particulares fobias del autor, que, entre otras cosas, evidentemente no soporta «el Método» en la interpretación y del que se burla con no demasiada sutileza. Como no podía ser de otro modo, están presentes también los ambientes nocturnos de bares y cabarets, con su particular mezcla de tipos y situaciones, que Maclaren-Ross conocía bien y que utiliza hábilmente para colocar una de las pistas de su misterioso rompecabezas.