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HISTORIA DE MARRUECOS
Se trata en las páginas que siguen de una historia de Marruecos que por imperativo doble habría de ser también una historia de las relaciones hispano-marroquíes... Los que me han tratado personalmente o me han leído saben desde cuánto tiempo atrás vengo repitiendo que es durante el período de la adolescencia cuando suelen fraguarse los prejuicios, entendidos estos en el sentido de Montesquieu... De puro creer que uno no necesita conocerse ni indagar sobre su identidad, buena, normal y canónica, es así como nacen el prejuicio y su subproducto, el estereotipo, con la consiguiente deformación de la opinión que se emite. Mucho hay que hacer todavía en este campo de juego hispano-marroquí, y así lo hicimos constar en alguna que otra de las sesiones periódicas que celebramos los miembros del Comité Averroes entre 1996 y 1999. Es, por tanto, en la cancha de la docencia volcada sobre escolares ribereños de aquella franja de edad, donde la socio-visión del mundo actual ha de ser transmitida con la medida dosis de humanismo crítico que poseen muchos profesores, y que tanto ayudará a esos escolares a entender adecuadamente las relaciones hispano-magrebíes en el futuro. Especialmente cuando esos profesores son los encargados de contar la historia, a secas, y la historia de las relaciones internacionales entre los pueblos. En suma, espero que no se me tenga en cuenta esta digresión de tipo didáctico..., aunque el contenido de su mensaje sea decisivo a la hora de cambiar las mentalidades, los prismas dominantes en el campo de estudio denominado imaginología, o tratado de las percepciones que construyen los pueblos sobre las otras comunidades históricamente consolidadas. Esta Historia de Marruecos pretende ser —con sus omisiones involuntarias... y con sus carencias, que son las del autor— una guía para españoles adultos y profesores de Historia a lo largo y ancho del país. Si hubiese algún profesor o lector marroquí que se sumara a ese club de lectores, tanto mejor. La recepción de la obra en Marruecos, por crítica que sea, no hará sino bien a nuestras relaciones históricas de vecindad, pues coexistimos a pesar de nuestras fronteras, de nuestras percepciones entrecruzadas y de nuestras copiosas interpretaciones historiográficas. Víctor Morales Lezcano