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HOMBRE QUE FUE JUEVES,EL
Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) ejemplifica como pocos la idea común –y por tanto quizá descabellada– del escritor como individuo genial. Hombre de genio y de talento incluso desmesurado, su obra –la apreciación será de Borges– «no encierra una sola página que no ofrezca una felicidad». [...] En 1908, cuando su autor contaba treinta y cuatro años, se publicó El hombre que fue Jueves (Pesadilla) [...] una novela acogida a los esquemas de las historias de policías y malhechores, pero acogida asimismo a una fórmula de fantasía que sólo mantiene en común con las tramas policiales sus signos externos: El hombre que fue Jueves es –como señaló Reyes– una novela de índole metafísica… siempre que por metafísica no quiera entenderse un sufrido y sesudo argumento, pues si algo caracteriza a esta novela es su sentido trepidante de la acción: una acción, sí, metafísica, especulativa y en gran medida abstracta, pero acción indudable. Narración de ritmo preciso y vertiginoso, El hombre que fue Jueves constituye un ejemplo de relato como pieza de relojería: cada acción, cada página, cada detalle en sus justos tiempo y medida. [...] Hay que aprender a leer a Chesterton: ir reteniendo sus claves, sus trucos, su vertiginoso ritmo conceptual. De ese modo, su obra, de apariencia tan disparatada, se convierte en un perfecto silogismo; su exuberante imaginación, en un calculado juego de espejos; su sentido extravagante y mágico de la realidad, en una reveladora y matemática realidad. […] Porque Chesterton representa, desde luego, una vasta y fascinante literatura, pero también una idea –muy particular, muy especial– de la literatura. (Del prólogo de Felipe Benítez Reyes) Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) es conocido, sobre todo, entre el gran público, por sus relatos policiales del padre Brown y por su novela El hombre que fue Jueves, pero el gran escritor inglés destacó en todos los géneros literarios, especialmente en el menos convencional y menos cerrado (tal como convenía a su peculiarísima personalidad humana y artística), el ensayo, lo que en su caso no es sino hablar de periodismo. Porque el siempre polémico y polemista Chesterton fue sobre todo, durante toda su vida, un periodista, es decir un hombre curioso y apasionado para quien no había asunto que no pudiera o no debiera ser tema de discusión («no hay cosas sin interés. Tan solo personas incapaces de interesarse» es una de sus frases o, lo que es casi lo mismo, de sus paradojas). En los catálogos de Ediciones Espuela de Plata y Renacimiento puede encontrarse una buena parte, además de una muy buena representación, de la obra de Chesterton. Entre ediciones de rescate, nuevas traducciones y libros inéditos en español, sumamos ya más de veinte títulos.