En este nuevo trabajo histórico, Manuel Martorell narra con todo lujo de detalles la legendaria gesta del general catalán José Borges, que se unió a la lucha de los briganti, bandoleros italianos, tratando de impedir la desaparición del Reino de las Dos Sicilias, el territorio que ocupaba la mitad sur de Italia y que hoy conocemos con el nombre del Mezzogiorno. Durante tres meses, acompañado por un puñado de correligionarios, igualmente exiliados carlistas en Francia, recorrió más de mil kilómetros siendo perseguido y combatiendo contra las fuerzas dirigidas por siete generales del Ejército italiano, hasta que finalmente, cuando estaban a punto de alcanzar su salvación, fue apresado y fusilado por la espalda en una ejecución colectiva y sumaria. En su larga marcha por las tierras de Calabria, Basilicata, Campania, Molise y los Abruzos, Borges intentó unir a los diferentes grupos de brigantes alzados en armas durante el brigantaggio, el movimiento insurreccional más parecido al carlismo de toda Europa. Allí, en el Mezzogiorno, como ocurrió de forma especialmente intensa en la Catalunya interior, el Maestrazgo y la región vasco-navarra, la población campesina y otros sectores desfavorecidos de la sociedad apoyaron los movimientos legitimistas para impedir que la burguesía liberal destruyera la forma de vida tradicional y comunal. Ahora, este libro reconstruye la odisea italiana de Borges sin renunciar al protagonismo de este catalán originario de Vernet (Lleida) en las dos primeras Guerras Carlistas y sobre todo en la fallida, y desconocida hasta la fecha, insurrección de 1855 que, partiendo de una conspiración en Pamplona, debía desencadenar una nueva guerra. Pero, sobre todo, esta obra nos traslada a la Europa de mediados del siglo XIX, la Europa de las revoluciones burguesas y la construcción del Estado liberal que, debido a su carácter unitario y centralizador, encontró en el llamado brigantaggio postunitario italiano uno de los principales focos de resistencia popular, del que, como bien nos muestra Martorell, bebió, entre otros, el pensador marxista Antonio Gramsci.