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KINTSUGI
No es fácil reparar una pieza rota y que vuelva a su estado inicial. Creo que es imposible que una pieza rota vuelva a ser la que era antes de romperse. La verdad es que no recuerdo cómo era antes de romperme. Recuerdo oír los chasquidos de mi alma fragmentada. Siempre he ido por la vida de puntillas, con mis piezas sueltas, intentando resolver el rompecabezas. Buscando respuestas a preguntas que no sé cómo formularme. Buscando culpables. Con el tiempo he aprendido a recoger mi propia mierda. A limpiar mis lágrimas y a levantarme sin hacer ruido. En silencio. Cada lágrima, cada tropiezo, cada bofetada, cada grieta reparada me ha fortalecido todavía más. He aprendido a ver la belleza que guardan mis cicatrices. Creo que he aprendido a perdonar a esa niña del espejo. A reunir todas mis piezas sueltas y repararlas. Transformar mis heridas en bellas figuras con fisuras reparadas de oro y plata. Ya no busco culpables, aunque tampoco quiero sus disculpas. No creo que vuelva a ser la persona que era antes, porque ya ni la recuerdo. Espero ser mejor. Dejar de esconder esas grietas reparadas que tanto me costó reconstruir. Y brillar. Y volar.