La Araña teje un universo poético oscuro, donde lo biológico y lo místico se entrelazan en una red de imágenes perturbadoras y bellas a la vez. Este poemario utiliza un lenguaje de extrema sensibilidad anatómica y simbólica para explorar la identidad, la vulnerabilidad y la feminidad a través de imágenes oníricas. Sus textos invitan al lector a un espacio surrealista y profundamente introspectivo, donde pureza y monstruosidad conviven en extrañas armonías. Su estilo se caracteriza por un realismo grotesco y una sensualidad sombría que convierte lo corporal en una metáfora de las fracturas internas y las luchas de la psique, explorando el punto donde lo humano se cruza con lo abismal.