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LA COSTUMBRE ENSORDECE
Tendemos a ver la historia como algo ajeno a nosotros, unos hechos recogidos en libros y en documentales que parecen sucederles solo a los grandes personajes. Y sin embargo, cada gesto aparentemente sin importancia, cada objeto y detalle cotidiano que llena nuestros días, es el producto de siglos, incluso milenios de sucesos e innovaciones que cambiaron una y otra vez el mundo.
A lo largo de una jornada cualquiera, iremos recorriendo algunas de las historias que se ocultan tras nuestros desayunos, nuestras jornadas laborales o nuestras relaciones. Descubriremos que muchas de las cosas que damos por supuestas no fueron siempre así, y que incluso hubo un tiempo en el que los médicos desaconsejaban bañarse o en que la gente se moría de hambre aun estando rodeada de patatas, maíz o trigo.
Como quien pela una cebolla, iremos revelando las capas de maravilla escondidas bajo la más rutinaria realidad, esa que hemos dejado de percibir, porque como decía Samuel Beckett en Esperando a Godot, «la costumbre ensordece».