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LA DIVINA COMEDIA DE DANTE
Ataviado con sombrero de fieltro y una pipa entre los dientes, el Dante de Seymour Chwast no puede ser más actual. Quizá porque la Divina comedia es la primera autoficción de la historia. Aunque si el poema original es un clásico de debe más bien a cuan poco se parece a la obra de los contemporáneos de Dante, que encima escribió en dialecto toscano. Es decir, como hablaba la gente de a pie (y de donde viene el italiano actual), y no en el latín que se habría esperado de un literato. Por eso Dante no solo es un inventor de mundos como no ha habido otro y al mismo tiempo el pionero de la autoficción (como tanta de la narrativa que se escribe hoy, casi pareciera que toda), sino que se le considera el padre de la lengua italiana. Como en el poema original, el Dante de Chwast recorre junto a su maestro Virgilio los círculos del Infierno —donde se observan toda clase de tormentos mientras Virgilio va catalogando a los pecadores y Dante va encontrándose a conocidos. Luego atraviesan el Purgatorio y llegan hasta el Paraíso, porque la Comedia acaba bien y nos recuerda que Dios existe. Incluso la difunta amada de Dante, Beatriz, está esperándolo por allí. Entre Hell (Libros del Zorro Rojo, 2023) y esta Divina comedia (primer cómic de un autor casi centenario) Chwast no solo se ha vuelto especialista en la vida después de la muerte, sino que condensa de una manera tan audaz como efectiva toda la complejidad de este clásico; y en la estela de Dante, convierte la poesía del original en una obra alejada de la convención del arte secuencial en favor de páginas sorprendentes.