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LA ESTRUCTURA DE LA FIEBRE
La estructura de la fiebre construye una perspectiva visionaria desde la que la cotidianidad se revela enfermedad y antídoto a la vez. Este paisaje poético, tan incuestionable como absurdo, da cobijo a versos incómodos, rendidos frente a una realidad diluida entre anuncios de cremas antiarrugas y bolsas de plástico, que, no obstante, presume de ser más real que nunca. No hay mensaje. Solo carne y camino. Carne entregada a una sensualidad dura y lúcida que pregunta por el impacto del tiempo, por el pulso del dolor y si acaso son lo mismo. Porque La estructura de la fiebre atraviesa un cuerpo milenario, el cuerpo del mundo, donde la cercanía y la soledad se manifiestan como verdades siamesas, bellas y tiernas a la par que despiadadas. Es por ello por lo que este poemario cuestiona el ideal de belleza y la redefine como la palabra redentora, la pausa que nos brinda el dolor, la propagación silenciosa del delirio. Un poemario generoso y honesto, que muestra sin rubor las entrañas como quien muestra un tesoro.