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LA GALLINA CIEGA
No sé por qué se llama así este libro. Se me ocurrió que era bueno, lo puse. ¿A qué se refiere? Goya, sí, pero no al tapiz o su cartón. Ni al juego. Sí a una persona privada de luz, en oscuridad completa –sin perder la vista, pero metida dentro de las tinieblas gracias a una venda o pañolón–, anublados el juicio y la razón, incapaz de juzgar los colores, a quien su ignorancia parece discreción, entorpecidos los sentidos, a quien todo se le volvió noche, ciego de pasión de orgullo. Sí: España con los ojos vendados, los brazos extendidos, buscando inútilmente a sus compañeros o hijos, dando manotazos al aire, perdida. También «gallina ciega» refiriéndose a haber empollado huevos ajenos: –En eso no ha cambiado. –No digo que lo haya hecho. ¿Quiénes somos? Tal vez otros. No la reconocemos. No la reconocí aunque haya dejado tantos rastros, raigones con los que tropecé, raíces por doquier que trepaban por mis arterias y venas. Tal vez los ciegos seamos sus hijos. Quizá la gallina ciega soy yo y España siempre fue así y no solo hace treinta y tres años. Acaso únicamente haya cambiado el tiempo. Acaso los que empollamos huevos extraños fuimos los que nos fuimos. Tal vez. Quizá por eso acudió el título. Quizá no. Pero esto vi. Acaso, ciego (o sin coma). Max Aub Treinta años después de abandonar España como un vencido republicano más, Max Aub aterrizó el 23 de agosto de 1969 en el aeropuerto barcelonés de El Prat. «He venido, pero no he vuelto», se apresuró a declarar a la prensa barcelonesa para que no hubiera lugar a equívocos o malentendidos sobre la interpretación de su viaje. El pretexto para este viaje fue el de acopiar materiales para un libro encargado por la editorial Aguilar sobre Luis Buñuel que Aub quería titular Buñuel: novela, obra inconclusa en la que trabajó hasta su muerte y que el escritor quiso que fuera la novela de su generación. Aub vino a España en 1969 con la memoria de la dignidad republicana en su equipaje y se sintió en todo momento representante de una España exiliada y democrática que no pudo ser. El contraste entre su memoria de aquella España republicana y la realidad de la España franquista fue para él un contraste doloroso y brutal, más duro en realidad de lo que podía imaginar. Sangra un indignado Max Aub en muchas páginas de este diario español por la herida del olvido y de la indiferencia política del pueblo español. En este sentido, La gallina ciega es un ejercicio militante y apasionado de memoria republicana y democrática, un testimonio literario con valor de testamento moral que en 2021, cincuenta años después de su primera edición mexicana en 1971, conserva por desgracia total vigencia y plena actualidad. Manuel Aznar Soler (Valencia, 1951) es catedrático de literatura española contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona y director desde su fundación en 1993 del Grupo de Estudios del Exilio Literario (GEXEL). Editor de los Diarios, 1939-1972 (1998) y Nuevos diarios inéditos, 1939-1972 (2003) de Max Aub, es autor también de Los laberintos del exilio. Diecisiete estudios sobre la obra literaria de Max Aub (2003). Su último libro publicado se titula El Partido Comunista de España y la literatura, 1931-1978. Once estudios sobre escritores, intelectuales y política (2021).