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LA HORIZONTALIDAD SIN FISURAS
La horizontalidad sin fisuras es un ejercicio de equilibrio imposible entre la memoria persistente —y sin embargo prescrita— y la inexistencia de los cuerpos. En esa búsqueda de la palabra precisa que delimita la frontera entre lo tangible y lo imaginario se van desgranando historias cotidianas de deseo herido, casi moribundo; amores en ciernes impregnados de aroma a sándalo y jazmín; despedidas con fundido en negro a prueba de finales felices; y cambios de estaciones que se solapan en el devenir de un tiempo de aturdimiento y consternación por la oportunidad fallida. Lo que dejas ir nunca vuelve. Principio incontestable de cada adiós donde nada permanece ileso, enfrentados los silencios en un combate contra toda medida de tiempo, ajenos en el cuerpo a cuerpo que salva y condenados al naufragio a toda costa. Nadie sale intacto del final de los besos, pero quién no daría lo que fuera por uno solo de ellos. "Saciarnos en el otro como forma de apego a la vida fue la mayor de mis riquezas".