Esta historia comienza con una escultura de una Victoria llegando al fin a puerto, después de ser esperada durante décadas. Pero no es realmente una Atenea de la Victoria, o al menos así lo afirmarán algunos de los personajes. Henry, Julia, Luca y Sylvia. Ella, Sylvia, una conocida y desaparecida actriz, será evocada por el resto de personajes. Como esposa, o como actriz, o como objeto de deseo de quien era apenas un muchacho. En un presente sin Sylvia, los demás intentan descubrirse a sí mismos, a los otros. Son herederos de una época en la que la imagen fotográfica y cinematográfica ha ejercido un gran protagonismo. Imágenes, icónicas o no, eternas o no, pero en cualquier caso admiradas, con las que siguen soñando, como reflejo de una sociedad que cree encontrarse a sí misma en elementos externos, poseedores de cierta belleza.