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LA MUJER EN EL CANTE FLAMENCO
El hecho de la presencia continuada y fundamental de la mujer en el cante flamenco demuestra que este arte tiene mucho más de expresión moderna que de esa imagen de un arte ancestral donde podría haber imperado el apartamiento por razones de sexo. En alguna ocasión se ha afirmado que “la mujer no está dotada como el hombre para cantar flamenco”; este comentario se invalida por sí sólo ante la aplastante evidencia de unos hechos que ratifica el análisis histórico-cronológico de la trayectoria femenina en el arte jondo. En esta monografía histórica sobre la mujer se pone de manifiesto su presencia de forma tan temprana como el nacimiento mismo de los estilos flamencos. Muchas de las grandes creadoras (La Sarneta, La Trini, La Niña de los Peines) contribuyeron a enriquecer el cante flamenco: soleares de la Serneta; petenera de la Niña de los Peines; milonga de Pepa Oro, malagueña de La Trini, etc. Antecedentes del cante femenino podemos encontrarlos ya en los primeros tiempos de la Tonadilla Escénica, en donde la tonadillera cantaba breves piezas (tiranas, romances, fandangos o playeras entre otras) en los intermedios. Más adelante, durante el auge de los cafés-cantantes, la cantaora significó una marca de prestigio artístico para el local que las contrataba y hubo reinas indiscutibles de los cafés de su tiempo: La Parrala, la África o la Rubia de Málaga. Con la aparición de los espectáculos de ópera flamenca, la mujer supo ganarse un lugar de primera figura la mayoría de las veces, alternando en otras como empresaria, compositora y organizadora de eventos (la Niña de la Puebla). En el último tercio del siglo XX sigue presente una constelación de mujeres que están dando lugar a nuevas creaciones iluminando originales caminos creativos en el cante flamenco hasta nuestros días. El legado femenino es, pues, impagable; la trayectoria vital y artística de tantas cantaoras ha ido enriqueciendo y modelando con sus aportaciones e inspiración una de las manifestaciones de música popular más original y potente hoy. La impronta de sus estilos ha sido decisiva y marca con fuerza el proceso evolutivo y estético de un arte universal.