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LA PRIMERA VEZ QUE DIJE AGUA
Entre la memoria y el sueño, entre la historia y el mito, entre las dos orillas de una vida. Entre el viento tostado de poniente y la brisa llorosa de levante, entre el mar y la canción de las gaviotas, la voz poética bucea en las profundidades de un azul eternizado y derramado sobre un tiempo ya perdido e imposible, el del verano de la infancia. La madre que da de beber, la bandera sin nacionalidad, el enigma de una playa en el ocaso, la grandiosa soledad de la araucaria, el amor recién descubierto o el abecedario de las medusas recitado en la Ensenada de los Galápagos. En La primera vez que dije «agua» los textos parecen elevarse entre el pasado y el presente para dar forma a un espacio y un tiempo íntimos, los de una voz poética que canta entre la luz y el asombro su propio origen y destino: «Soy como la ola hirviendo en la mañana / y hay tanto cielo / y tanto mar / y tanta maravilla en mi mirada».