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LA SOLEDAD DE PERICO
Un extraordinario testimonio que relata los momentos más íntimos y desconocidos de unos de los deportistas españoles más importantes de nuestra historia.
Por mucho que jaleen a un deportista, el deportista siempre está solo. Por muy rodeado de gente que se encuentre mientras sube un puerto, con la pasión desatada a su paso, el ciclista está solo frente al esfuerzo, el dolor y la gloria, y solo también frente a la derrota.
En este emotivo libro, Pedro Delgado se sincera y cuenta toda esa soledad vivida durante algunos de los momentos clave de su carrera deportiva: desde sus pensamientos rodando por las calles de Luxemburgo, en un despiste monumental que marcaría para siempre su vida, hasta la intimidad de sus emociones más profundas mientras pisaba la cima del podio de París en el Tour de Francia de 1988, o todo lo que vivió mientras le daba un giro histórico a la Vuelta a España de 1985, que conquistó tras una etapa épica que desafió todos los límites.
La soledad de Perico supone un viaje a otra época, a otro ciclismo y a la infancia de Pedro, a los recuerdos de su primera victoria y de sus primeras pedaladas en bici cuando tan solo era un niño que daba vueltas en el patio del barrio segoviano de Pío XII, donde nació y se gestó la leyenda y su amor por el ciclismo. Pedro Delgado y Ainara Hernando revelan en estas páginas emociones, historias y anécdotas del mito jamás contadas hasta ahora. De Pedrito a Perico, el primer ídolo deportivo de la España en color.
«Estoy solo con mi sufrimiento. Yo con mi dolor de piernas que me reclaman que afloje un poco, pero sé que es el momento, no debo escuchar esa voz. Yo y mi fortaleza. Yo y mi debilidad. Yo y mi soledad, aunque esté rodeado de aficionados que me gritan. A veces me estorban y rompen esa concentración, ese misticismo de tú contra la montaña, tú contra tus rivales, tú contra ti mismo. Algún aficionado se te arrima demasiado, te echa agua por encima y no quieres agua, ni nada. Eres todo adrenalina y a veces no lo aguantas. Te vuelves y le gritas: “¡Basta! Déjame con mi soledad camino de la gloria”».