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LA TRISTEZA DEL VIGILANTE DEL HIPERMERCADO
Vivimos en un mundo que parece el blíster de otro mundo que ya no aspiramos a alcanzar; un mundo más real, que yace, olvidado, a las afueras de los hipermercados. Vivimos en una suerte de caverna de Platón donde las sombras han mutado a códigos de barras. Vivimos en una caverna sin paisaje, donde el vigilante del hipermercado, día a día, observa cómo toda la humanidad compra sus sueños y sus deseos; donde se enamora de personas sin nombre, donde ve la esperanza y la belleza entre los estantes. El poemario La tristeza del vigilante del hipermercado no es un poemario desesperanzado, pretende encontrar verdad y empatía en la mirada del otro, en los encuentros fortuitos en los pasillos del hipermercado. Intenta encontrar lo bello y lo bueno en el día a día. Este es el mundo que nos ha tocado vivir y de este mundo tendremos que sacar su poesía.