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LA VIA LACTEA
Como telón de fondo tenemos en La Vía Láctea una historia de amor. Anne, arquitecta residente en Montreal, se enamora de Alessandro, quien vive en Italia. No se trata de una simple aventura, sino de un encuentro real que conmociona la vida de la heroína, de un amor a la vez luminoso, fluido y casi celeste. Anne siente «como un jadeo, un sofoco, un ahogo que se calma poco a poco, y, de nuevo, el aire se eleva en mi pecho en un amplio oleaje profundo... Lentamente, empiezo a darme cuenta de que sobreviviré». Un encuentro entre dos seres separados por un océano, veinte años de diferencia y un pasado cargado de recuerdos... Sin embargo, si bien las novelas de esta autora cuentan, como afirma Pascale Navarro, vidas de mujeres, no pueden ser consideradas como simples relatos de vida pues siempre giran en torno a preguntas cruciales. En efecto, en La Vía Láctea, la protagonista se pregunta, tras haber visto morir a una mujer tirándose desde un balcón, en qué se ha convertido, quién es, qué vida desea para ella, preguntas que se convierten en obsesivas cuando se llega a los cuarenta. Esta mujer en discontinuidad está enfadada, según Louise Dupré, porque «después de haber trabajado tanto para construir su carrera y tener éxito, se pregunta si lo que hace es realmente lo que desea hacer y si es feliz». Por ello, la observación de Pascale Navarro cobra toda su fuerza: «Las novelas de Louise Dupré son fundamentalmente contemporáneas, porque en ellas se tejen las etapas cruciales de la existencia: infancia, amor, muerte, ruptura, transformaciones...».