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LA VIDA EN LA PLUMA DEL ALA DE UN CONDOR
Lo dejé todo por irme a vivir sola al bosque. Y en medio de la oscuridad empecé a construir una casa donde poder atrapar las sombras. Allí el tiempo se desmaterializó, jugó conmigo a su antojo. Entendí que la luz, aunque fuese escasa y en fracciones, lo gobernaría todo. Encerré espíritus en cuartos. Desperté los ojos sabios en cada humano que me cruzaba coloreándoles las plumas fuertes del cóndor sobre sus sienes. Comprender así las partes importantes de la vida. Rozar el límite de la cordura, sobrevivir gracias a la magia. Por poco, lo reconozco, por muy poco. Solo quería ver con absoluta claridad estando en el abismo. Solo quería ser la mujer que debía ser.