El viaje trazado en estas páginas compone un arco amplio y rico que se nutre de las tradiciones gnoseológicas del budismo zen, el mazdeísmo o el gnosticismo, pero por encima de ellas impera con claridad el ecléctico sufismo de la antigua Persia, tocando puntualmente a personajes como Duchamp, Woody Alien, Apuleyo, Flaubert, Jorge Manrique o Juan Ramón Jiménez, dejándose caer por lugares tan dispares como las manos de una ceramista valenciana, un fuego de llamas verdes o el concepto de ready made. Este paralelismo entre el mundo real y el imaginal, extrapolado al paralelismo entre la vida de Háshim Cabrera y la de Ibn Baya, termina convirtiéndose en una entrañable experiencia de fe. Esta obra escrita sin pretensiones es una invitación a mirar la vida con los ojos de la infancia, al despojamiento de los miedos que nos azotan continuamente desde los medios de comunicación y a la dicha de reencontrarse con lo más bello y puro de nuestro ser.