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LETRA DE TANGO
Buenos Aires, 1960 ó 1961. Dos policías porteños cuentan a colegas suyos españoles un caso muy singular de un compatriota de ellos, un gallego, claro. Si fue así o no, ellos no pueden asegurarlo. El meta relato es aquí una historia dentro de otra historia. 1960 se enfrenta a una peripecia de una década antes. O es más bien situación dentro de otra situación.
El Gallego Andrade es un joven que llegó de la madre patria, muy chico, de la mano de su padre, cuando la guerra allá; hacia comienzos de los 50 se ha aporteñado, se ha mimetizado, canta tangos y vidalitas en almacenes y otros locales, lleva pañolón, guitarra, posa de compadrito y canyengue, con dejes de orillero, derrocha lunfa. De pronto, se le acusa de... Y ahí está el relato que se cuenta diez años más tarde.
La narración, escrita por un español, se apodera sin exagerar de la cultura popular y el lenguaje rioplatense, incluso en ocasiones del lunfardo, que es estilización por sí mismo más que parla popular (...)