Llamada del vacío es un poemario centrado en el tiempo sustraído del trauma y la falta de palabras que irrumpen en la vida cronológica cuando el fantasma se hace presente. Las palabras se convierten en asideros y, al mismo tiempo, sumideros de esa presencia-ausencia del fantasma. La apertura del sentido supone el oxígeno y la asfixia progresiva instalada en el plegamiento de la identidad prístina devenida algo extraño, objetivizado frente a una misma como diagnóstico y la doblez, a veces perversa, del imperativo a sobrevivirse en estos tiempos exhaustos de una juventud perentoriamente cansada. Ansiedad, depresión y el punto ciego del alma se conjugan en un intercambio de máscaras en las que el poema se rompe en mil pedazos y se restituye como la falta originaria. Esa falta que alberga el deseo como insistencia en el Ser más allá del Yo. Solo entonces respirar deja de ser mecánico, y la presencia abre todos sus poros a la superficie de un Otro siempre sustraído a la membrana por la que sigue latiendo el mundo sin necesidad del dedo índice que nos señala y aprieta.