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LO QUE ESCUCHÉ MIENTRAS VOLVÍA LA GABARRA
Hay una ciudad en el norte donde una gabarra no es solo una embarcación, también es un símbolo donde celebrar las glorias de un equipo singular, cuando se dan. Y la esperamos con paciencia, cuando duerme en dique seco. Sin rencores, aunque medien cuatro décadas. Con ilusión, como si siempre fuera la primera vez. He visto salir dos veces La Gabarra. En los cuarenta años de espera ha transcurrido lo mollar de mi existencia, y de eso se componen estos relatos: de las glorias, paciencia, rencores e ilusiones que conforman la vida. De lo visible y lo invisible. De la pandemia. De la mirada a aquellas cosas que nos hablan inesperadamente convirtiendo en extraordinario lo ordinario. De la atención enamorada a quienes han formado y forman parte de la escena que me rodea. De lo que hice y dejé de hacer, por atreverme a remontar la ría del Nervión.