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LOS NIÑOS QUE USABAN BOTAS MILITARES
Francis y Boye eran dos muchachos de apenas doce años cuando comenzó la guerra civil que hirió profundamente a Sierra Leona durante la última década del siglo pasado y el comienzo de este milenio. Durante aquellos días inolvidables, Boye y Francis asistían a la misma escuela primaria. Eran inseparables. Y muy raros y traviesos. Causaban muchos problemas en la escuela y también en casa. Sin embargo, los chicos sacaban muy buenas notas. Terminaron la primaria y pasaron a la secundaria, al mismo instituto. Pero, al cabo de un tiempo, Francisco se desinteresó por los estudios. Ahora aborrecía los libros y odiaba el ambiente escolar. A Boye le ocurría lo contrario. Se esforzaba más que nunca. Soñaba con ir a la universidad. Un día, Francis desapareció del instituto y de su casa. Nadie volvió a saber de él. Se rumoreaba que el chico había ido a unirse a las fi las de los rebeldes. Nadie podía creerlo, pues en aquella época nadie quería reconocer la verdad de que los niños iban a la guerra. Pasaron los años. La guerra continuaba, más brutal, más enredada y sin que se vislumbraran soluciones al conflicto en el horizonte. La horrible realidad del país había torcido los planes de Boye, así como la vida de millones de ciudadanos. Boye terminó alistándose en el ejército y rápidamente ascendió al rango de teniente y lideraba un formidable grupo de militares profundamente comprometidos con el deber patriótico. El gran momento de Boye llegó cuando él y sus aguerridos hombres descubrieron por casualidad una gran base rebelde escondida en la selva. Pero el premio no podía ser mayor. Iban a asaltar nada menos que a un grupo de rebeldes dirigidos por un notorio líder cuyas oscuras leyendas eran conocidas por todos.