Las orientaciones de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco sobre los nuevos movimientos eclesiales, ponen de relieve la rica aportación espiritual y pastoral de estos movimientos y a la vez expresan las reflexiones y observaciones de los Papas sobre todo lo que deben superar o mejorar para que los carismas que el Espíritu Santo suscita ayuden más plenamente a la evangelización y al testimonio cristiano en el mundo de hoy.