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LOS PRIMEROS FRIOS
Los primeros fríos, más que un poemario, parece un libro de canciones. No es porque sus poemas tengan estribillo o rimen, nada de eso. Es porque conforman una especie de banda sonora y una biografía. Lo que da paso a una realidad sensorial, que se mete en nuestro cuerpo de la misma forma en la que lo hacen las canciones: recordándonos esos momentos en que “la estalactita glacial”, por decirlo de alguna forma, se nos clava y nos parte el corazón. El frío llega cuando menos te lo esperas, suelen decir las abuelas. Y también: llévate una rebequita, por si acaso. Solemos ir prevenidos, por si el frío. Es de las primeras cosas que nos enseñan de niños: a esquivar el frío en todas sus variantes. En fin, un poemario que provoca temblores, que es el cometido de todo libro de poemas: que desde la portada empecemos a temblar. Y eso Vega Cerezo lo consigue desde el principio, cuando nos confirma que “Nacer es el primer frío”.